Eran las 11:30 y 31 grados era lo que marcaba uno de los muchos termómetros que nos pudimos encontrar por Río. Nos bañamos y después nos tumbamos en la arena a hablar. A nuestro lado el agua a una temperatura perfecta, en la playa de Copacabana, en el cielo algunas estrellas y al fondo el Cristo Redentor iluminado… no se podía pedir más.