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viernes, 10 de junio de 2011

Treinta y dos.




Sí, odio esas discusiones, donde los dos acabamos en una habitación diferente del piso, yo llorando y tu culpándote. Hablando a gritos, en ese piso tan vacío, donde el eco retumba en las paredes...
Pero sabes? Eso es bueno, sabes por qué? Porque gracias a eso, nos lo decimos TODO a la cara, y no tenemos secretos.
Ah! Y lo mejor de las discusiones, es la reconciliación, cuando corro por el pasillo hasta donde estas tú, me pongo de puntillas y te susurro al oído que eres un estúpido, pero que desgraciadamente, eres mi estúpido y después: abrazos, besos, mimitos…

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